La metáfora ayuda a liberar la mente
y es el medio
para descubrir y comunicar
el significado compartido
de lo deseado,
pero todavía no vivido,
no experimentado.
Estamos en unas fiestas con una gran carga emotiva: las navidades. Aquí en España la fiesta de los Reyes Magos, en otros lados la de Papa Noel, levanta pasiones, movimiento en los comercios, gente a toda prisa en las calles y centros comerciales. Y todo gira alrededor de todo un mensaje poético donde las felicitaciones van de un lado a otro, ¿Y de fondo? Un árbol lleno de colores, unas comidas familiares, unos regalos sorpresa y cantidad de jolgorio, alegría, sonrisas y abrazos que a veces duran lo que un suspiro, otras son la continuidad de una vida radiante y, en otras, un cambio radical y sincero, además del sentido religioso, cultural y familiar.
Es curioso, pero toda esta parafernalia forma parte de nuestra vida que cada día se ve de forma más clara y evidente cuando vemos que volvemos a la poesía, a las películas de niños con gran transfondo social, los anuncios con cargas emotivas que intentan vendernos todo lo habido y por haber. El mensaje, y la gran competencia que hay en ellos, hacen que las formas sean importantes par impactar de mejor manera y de forma más impactante en cada uno de nosotros.
Estamos rodeados totalmente por el “mundo de las formas”, un mundo que es muy cuidado para que el mensaje pueda llegar a su destino con toda la intensidad que el objetivo requiere. Es por ello que para nosotros debería ser importante también importante la manera en como compartimos no sólo nuestro mensaje a los demás sino también a nosotros mismos.
Si vamos pregonando por ahí adelante que “esta vida es un valle de lágrima”, “que no merece la pena el esfuerzo”, que “mi meta es imposible”, haremos que el mundo de las ilusiones se nos venga abajo y los sueños y metas se nos vengan abajo también. Nosotros necesitamos “creernos” que podemos alcanzar los sueños y metas. Debemos vivirlos, soñarlos e imaginarlos como la magia de Disney, de lo contrario no seremos capaz de dar ni tan siquiera el primer paso para la consecución de éstos. Tenemos que cambiar nuestro mensaje negativo y pesimista por el positivo y optimista.
Soñar, desear y empapelar estos sueños y deseos con fabulas, música, canciones, poesías, cuentos, proverbios, refranes e historias que potencian la ilusión, el realismo que hay dentro de nosotros viene a ser como la gasolina que llena los tanques de nuestro espíritu. Tenemos que ser como niños que viven la ilusión con gran realidad, pero sabiendo y siendo conscientes de que la ilusión en muchas ocasiones es alcanzable, como así nos lo han mostrado muchas personas que han dejado la patente de sus sueños entre nosotros y de los cuales nos estamos sirviendo.
Vistámonos de todo éste tipo de envoltorios de la misma manera que nos vestimos para una fiesta. Llenemos nuestra taza, nuestra vida de mensajes positivos. Transformemos nuestras vidas enfocando todo de forma positiva. Cambiemos los mensajes negativos en positivos, creámonoslos, vivámoslos, deseémoslos y abramos la esencia de nuestras habilidades, fortalezas, talentos, virtudes, creencias y valores con la misma ilusión con la que la abren los niños en sus regalos porque nuestra vida se transformará. Está claro que la forma en como decimos y nos decimos las cosas es fundamental.
Una canción ¿Qué pides tú? Alex Ubago
Películas: Ups
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