28/9/16

Utilizar la fuente del problema



Un sabio filósofo comentaba una vez que el único obstáculo a vencer de un águila, para volar con mayor velocidad y mayor facilidad, era el aire. 

Sin embargo, si el aire le fuera quitado y la orgullosa ave tuviera que volar en el vacío, caería instantáneamente, imposibilitada totalmente para volar.

27/9/16

El Explorador


 

El explorador había regresado junto a los suyos, que estaban ansiosos por saberlo todo acerca del Amazonas. Pero ¿cómo podía él expresar con palabras la sensación que había inundado su corazón cuando contempló aquellas flores de sobrecogedora belleza y escuchó los sonidos nocturnos de la selva? ¿Cómo comunicar lo que sintió en su corazón cuando se dio cuenta del peligro de las fieras o cuando conducía su canoa por las inciertas aguas del río?

Y les dijo: 

«Id y descubridlo vosotros mismos. 
Nada puede sustituir 
al riesgo y a la experiencia personales». 

Pero, para orientarles, les hizo un mapa del Amazonas.

Ellos tomaron el mapa y lo colocaron en el Ayuntamiento. E hicieron copias de él para cada uno. Y todo el que tenía una copia se consideraba un experto en el Amazonas, pues ¿no conocía acaso cada vuelta y cada recodo del río, y cuán ancho y profundo era, y dónde había rápidos y dónde se hallaban las cascadas?

El explorador se lamentó toda su vida de haber hecho aquel mapa. Habría sido preferible no haberlo hecho.

22/9/16

El clavo





Una Iglesia nueva fue construida y las personas fueron de todas las partes para admirarla. Pasaban horas a mirar la belleza de tal obra.

Arriba, en lo alto, en las maderas del tejado, un pequeño clavo era testigo de todo lo que estaba ocurriendo. Y oia a las personas cómo elogiaban todas las partes de tan encantadora estructura... !Hablaban de todo, menos del clavo!

Ni siquiera sabían que estaba allí, y se sintió irritado y con envidia.

- ¡Si soy tan insignificante, nadie echará de menos mi falta!

Entonces el clavo desistió de su vida, dejó de hacer presión sobre la madera y se fue deslizando hasta caer al suelo.

Aquella noche llovió mucho. Luego, donde faltaba el claro, el tejado comenzó a ceder, separando las tejas. El agua corrió por las pareces y los bonitos murales. El yeso comenzó a caerse, el tapete estaba mancado y la Biblia se quedó arruinada por el agua.

Todo esto porque un pequeno clavo desistió de su trabajo.

¿Y el clavo?

Al asegurar las maderas del tejado, era oscuro, pero era útil. Ahora, enterrado en el barro, no sólo continuó a ser oscuro, sino que también se volvió un completo inútil y acabó comido por el óxido.


21/9/16

Aprendiendo a pensar



Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio  Nobel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota: 

Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que éste afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo. 

Leí la pregunta del examen y decía: Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro. El estudiante había respondido: lleva el barómetro a la azotea del edificio y átale una cuerda muy larga. Descuélgalo hasta la base del edificio, marca y mide. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio. 

Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente. 

Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su ano de estudios, obtener una nota mas alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel. 

Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física. 

Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunte si deseaba marcharse, pero me contesto que tenia muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excuse por interrumpirle y le rogué que continuara. 

En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: coge el barómetro y lánzalo al suelo desde la azotea del edificio, calcula el tiempo de caída con un cronometro. Después se aplica la formula altura = 0,5 por A por T2. Y así obtenemos la altura del edificio. En este punto le pregunte a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota mas alta. 

Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo, coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio. 

Perfecto, le dije, ¿y de otra manera? Si, contestó, este es un procedimiento muy básico: para medir un edificio, pero también sirve. En este método, coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el numero de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el numero de marcas que has hecho y ya tienes la altura. Este es un método muy directo. 

Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento mas sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro esta a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla formula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio. 

En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de precesión. En fin, concluyó, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor sea coger el barómetro y golpear con el la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo. En este momento de la conversación, Niels no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares) evidentemente, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.

El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nobel de Física en 1922, mas conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica. Al margen del personaje, lo divertido y curioso de la anécdota, lo esencial de esta historia es que LE HABÍAN ENSEÑADO A PENSAR.

Por cierto, para los escépticos, esta historia es absolutamente verídica.


16/9/16

Jalil Gibrán: Aquel viejo, vino viejo



Hubo una vez un hombre rico muy orgulloso de su bodega y del vino que allí había; y también había una vasija con vino añejo guardada para alguna ocasión sólo conocida por él.


El gobernador del estado llegó a visitarlo, y aquél, luego de pensar, se dijo: "Esa vasija no se abrirá por un simple gobernador".

Y un obispo de la diócesis lo visitó, pero él dijo para sí: "No, no destaparé la vasija. Él no apreciará su valor, ni el aroma regodeará su olfato".

El príncipe del reino llegó y almorzó con él. Mas éste pensó: "Mi vino es demasiado majestuoso para un simple príncipe".

Y aún el día en que su propio sobrino se desposara, se dijo: "No, esa vasija no debe ser traída para estos invitados".

Y los años pasaron, y él murió siendo ya viejo, y fue enterrado como cualquier semilla o bellota.

El día después de su entierro tanto la antigua vasija de vino como las otras fueron repartidas entre los habitantes del vecindario. Y ninguno notó su antigüedad.

Para ellos, todo lo que se vierte en una copa es solamente vino.


9/9/16

Carta a un hijo




No prometo, hijo, impedir que tropieces, ni estar pegado a ti para asistirte en la caída. Te estorbaría mi exesiva protección, y te haria extremadamente dependiente. Pero prometo estar ahi, para cuidar tus raspones. 

No prometo, hijo, heredarte mi experiencia. No podría ser tuya. Tendrías que adquirirla en carne propia. Pero prometo estar disponible cuando solicites mi consejo. 

No prometo, hijo, solucionar tus problemas, aunque lo haría todo por ti. La solución suele estar en tus manos y no en las mias, pero prometo ayudarte en lo posible y escucharte cuando quieras desahogarte.
No prometo, hijo, evitarte sufrimientos, no puedo cegarte a la realidad, porque aveces sufrir es necesario para aprender a ser fuerte, pero prometo ofrecerte mi hombro, cuando necesites consuelo.
No prometo, hijo, darte todo lo que quieras. En todo caso es mejor que aprendas a valorar que los caprichos y las modas no son importantes pues se olvidan en cuanto se consiguen, pero prometo hacer el mayor esfuerzo para darte lo necesario.
No prometo, hijo, que serás tú el centro de mi atención, necesito tambien atender otros asuntos por tu bienestar y el de toda la familia, pero prometo no descuidarte y dedicar un tiempo especial, solo para ti. 

No prometo, hijo, caerte bien en todo momento, a veces no te gustará lo que yo diga o haga, porque tengo la obligación de guiarte por el camino correcto. Pero prometo no maltratarte ni humillarte cuando te corrija.
No prometo, hijo, que serás un niño mimado, a la larga te haria mucho daño. Pero te prometo que serás mi niño querido.
No prometo, hijo, estar a tu lado siempre, soy mortal como cualquier humano. Pero pero prometo enseñarte que si existe un Padre que si es eterno a quien podrás acudir siempre que quieras.
No prometo, hijo, ser un padre perfecto, pero prometo poner todo mi amor en el intento.


2/9/16

El racimo de de uvas



Un día llamaron a la puerta de un convento, y abrió el hermano portero llamado Barragán. Éste vio con asombro que un hortelano de las tierras de al lado le entregaba un hermoso racimo de uvas tan grande que le causó admiración, diciéndole: 

hermano te regalo este racimo de uvas en agradecimiento por la buena atención que me prestas cada vez que vengo al convento.

Sin pensarlo dos veces el hermano portero le dio las gracias por tan precioso regalo y le dijo que no tardarían mucho en dar cuenta de él.

Apenas salió el hortelano del convento ya se relamía pensando en que se lo comería el solo y no decir nada a los demás, al fin y al cabo se lo habían regalado para él.

Lo lavó y dejó escurrir en un clavo que había colgado en la pared, mirándolo con alegría por el gran festín que le esperaba. Pero la viva conciencia del hermano portero le hizo pensar que en el convento había un hermano enfermo que no gustaba de comer nada, debido a su enfermedad. Éste pensó para sí que sería una buena obra alegrarle el día a este enfermo y de paso llenarle el estómago, tan necesitado de alimento.

Sin pensarlo mucho descolgó el racimo de uvas y se fue a la enfermería a regalárselo a tan delicado enfermo. El enfermo al ver el racimo abrió los ojossobresaltado al ver su gran tamaño, y el portero le dijo: 

Hermano Matías me han regalado este racimo para mí, pero pensando en tu enfermedad y sabiendo que no te apetece comer nada, quizás estas uvas te abran el apetito.

El hermano Matías se lo agradeció de corazón que se hubiese acordado de él, diciéndole que si se moría le tendría muy presente cuando estuviera en el Cielo con Nuestro Señor. 

El portero le buscó una fuente donde le colocó el racimo para que fuera picando cuando gustara. Dejándolo solo, se fue para la portería pensando en la gran obra que había hecho por su hermano Matías.

El enfermo cogió el racimo como pudo e iba a dar buena cuenta del, pero pensó que si lo dejaba haría un buen sacrificio para remisión de sus pecados y bien de su alma y decidió no comerlo y dárselo al hermano enfermero que le atendía con tanta caridad y se desvivía por él por las noches. Gritó al hermano enfermero pensando éste que le sucedía algo por la insistencia en que le llamaba.

Hermano Esteban me ha traído el hermano portero este racimo para que lo degustara pensando en mi enfermedad, pero pensé que, ya que no me entra nada en el estómago y pudiérase que me hiciera daño he pensado que te lo comas tú, que te portas tan bien conmigo. 

El Hermano Esteban insistía en que lo intentara comérselo pero cuanto más insistía el enfermero mas lo rechazaba el enfermo. Este decidió comérselo en su celda dándole las gracias por tan precioso regalo. Y mientras caminaba hacia su celda, pensó que mejor que comérselo él, se lo daría al Hermano cocinero que bien se esmeraba para que todos lo frailes comieran lo poco que les llegaba de la huerta y de donativos. 

Bajó a la cocina y encontrándose con Buenaventura, el hermano cocinero, y topándose de bruces con él y el racimo le dijo: mira, lo que me han regalado, pero te lo regalo a ti para que saborees estas uvas tan hermosas, como hermoso es tu corazón.

El hermano Buenaventura quitándole importancia a lo que decía, le insistió que se lo diera mejor al prior ya que era tan responsable con la comunidad.

Y así fue pasando el racimo de hermano en hermano por todo el convento, hasta que llegó de nuevo a la portería donde el hermano portero, extrañado y  perplejo por el suceso decidió que no diera más vueltas el racimo de uvas, y ni corto ni perezoso se lo comió con tal gusto que le pareció las uvas más sabrosas que jamás hubiera comido.

Cuando das todo lo mejor de ti para con tus hermanos, El Señor no te recompensa el treinta, ni el cincuenta sino el ciento por uno...


1/9/16

Parábola de la vida



Un autobús lleno de turistas atraviesa una región muy bonita llena de lagos, montañas, ríos y praderas.

Pero las cortinas del autobús están cerradas, y los turistas, que no tienen la menor idea de lo que hay al otro lado de las ventanillas, se pasan el viaje discutiendo sobre quién debe ocupar el mejor asiento del autobús, a quién hay que aplaudir, quién es más digno de consideración …

Y así siguen hasta el final del viaje.

Maestro: ¡el viaje es el destino! … si no vives en el ahora perderás gran parte de tu vida.


29/8/16

¿Calzarse o alfombrar la tierra?


“A un discípulo que siempre estaba quejándose de los demás, le dijo el Maestro: 
- Si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a ti mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra.”
Anthony de Mello.


Es bonita la frase, ¿verdad? Hace mucho tiempo que la leí. Me gusta porque somos muchos los que nos quejamos constantemente de lo que nos ocurre en la vida. A veces pienso que nos gustaría que la vida fuese tal y como nos la imaginamos y nos olvidamos de que no estamos solos, estamos rodeados de gente muy diferente a nosotros y con expectativas diferentes. 

Por otra parte si de nosotros dependiera la vida sería aburrida, sería constantemente tal y como nos instalamos en ella. En el momento en el que llegáramos a una zona de confort difícilmente saldríamos de ella. Nos gusta instalarnos en lo conocido y lo nuevo es una total afrenta para cada uno de nosotros.

Calzarse unas zapatillas, como dice o recomienda Anthony de Mello, es parte del sentido que tiene la vida, el sentido de la adaptación. Como diría Darwin o nos adaptamos o morimos. Ponerse unas sandalias es adaptarse a la realidad y tratar de vivir desde lo que hay y empezar a construir desde lo que uno tiene.

Imagínate donde estás ahora y lo que has caminado en la vida. ¿Has tenido que adaptarte? Seguro que sí. Todo lo que eres y has aprendido hasta el momento en la vida es fruto de la adaptación que has tenido que tener en todos los procesos. Echa la vista atrás y toma conciencia de ello. La adaptación es una experiencia que nos hace sentirnos más cómodos en las situaciones de la vida y nos sirven como trampolín para poder llegar a otros estadios que la vida nos tiene preparados.

26/8/16

El ombligo de oro.



Érase un hombre, dijo el Maestro, con un ombligo de oro que le ocasionaba constantes apuros, porque, siempre que se bañaba, era objeto de toda clase de bromas. 

El hombre no hacía más que pedirle a Dios que le quitara aquel ombligo. 

Por fin, una noche soñó que un ángel se lo desenroscaba y lo dejaba encima de la mesa, tras de lo cual se esfumó. 

Al despertar por la mañana, comprobó que el sueño había sido real: allí, sobre la mesa, 
estaba el brillante ombligo de oro. 

Entusiasmado, se levantó de un salto...  ¡y el culo se le desprendió y cayó al suelo!» 



25/8/16

Sami, el monstruo enamorado.





Cómo iba a pensar Sami, el malvado monstruo del bosque de Lord, que algún día, su furia y agresividad pudieran desaparecer… Pero sí, ocurrió.

Un día, cuando Sami se encontraba a punto de llevar a cabo un malvado plan, que llevaba tiempo pensando hacer, y que era asustar a todos los niños del pequeño pueblo llamado Vill, situado en la colina más alta del bosque de Lord, alguien le interrumpió…

“¿Pero dónde crees que vas monstruo?, no puedes sobrepasar el río… ese es el acuerdo que hicimos los monstruos con los aldeanos de Vill“, le dijo una monstrua muy enfadada. Tan enfadada estaba que empezaban a salir pequeñas llamas de fuego por su boca.

“¿Y tú quién eres? A mí ese acuerdo me da igual, haré lo que quiera… Jajaja“, se burlaba Sami el monstruo, sintiendo algo raro en su estómago.

“¡¿Ah sí?, pues tendrás que pasar por encima de mí!”, dijo Victoria la monstrua, muy pero que muy enfadada.

“Pues pasaré por encima de tí, pero nadie impedirá que mis planes de asustar a los niños se lleven acabo“, dijo Sami.

Pero justo en ese momento, cuando el monstruo estaba decidido a quitarse de un plumazo, con sus puños de piedra a aquella monstrua, algo en su interior hizo que su cuerpo y brazos quedasen paralizados.



Sami, sólo podía hacer una cosa; mirar fijamente a los grandes ojos verdes que tenía la monstrua.

“Venga, si eres tan valiente que haces ahí quieto, ¿no decías que podías conmigo?“, le dijo la monstrua con más confianza al ver que Sami no le iba hacer nada.

“Es que… lo he pensado mejor y creo que no debo saltarme el acuerdo que hicimos con los aldeanos de no cruzar el río“, dijo Sami tartamudeando y algo tímido.

La monstrua cambió enseguida su actitud, algo sorprendida del repentino cambio que había tenido aquel monstruo y le dijo más tranquila: “Voy a regresar al bosque, si quieres podemos ir juntos“.

“Claro que sí“, dijo Sami entusiasmado.

Así fue, como Sami corrigió su mal comportamiento y su caracter, con el amor. Por si no lo sabías, Sami y la monstrua se enamoraron y vivieron felicespara toda la vida en el bosque de Lord.


24/8/16

El cazador miedoso y el leñador



Buscando un cazador la pista de un león, preguntó a un leñador si había visto los pasos de la fiera y dónde tenía su cubil.



-Te señalaré al león mismo. -dijo el leñador.

-No, no busco al león, sino sólo la pista- repuso el cazador pálido de miedo y castañeteando los dientes.

Si quieres ser atrevido 
en las palabras, 
con más razón 
debes ser valiente con los actos.


23/8/16

La ira



Era un hombre que, con frecuencia, padecía accesos de ira incontrolables, así que decidió ir a visitar a un sabio que vivía en la cima de una colina para que le aconsejara. Cuando llegó hasta el sabio, le dijo:

-Tengo fuertes ataques de cólera y eso hace muy desgraciada mi vida y malogra mis relaciones con los demás. ¿Puedes ayudarme?

-Antes que nada –dijo el sabio-, es importante que quieras superar la ira, pero para aconsejarte mejor necesito que me la muestres.

-Pero ahora no tengo ira –dijo el visitante.

-Pues cuando tengas ira, ven a verme y así la veré.

El hombre volvió a su casa y días después fue asaltado por un acceso de ira, por lo que volvió a visitar al sabio.

-Bien, muéstrame la ira –dijo el sabio.

-Ahora no la tengo. Ya se me ha ido.

-Es que has venido muy despacio. Cuando te sientas airado, ven más rápido.

Pasados unos días, el hombre sufrió otro fuerte ataque de cólera. Recordando la recomendación del sabio, comenzó a correr cuesta arriba hacia la cima de la colina. Llegó agotado hasta el sabio, pero la ira había desaparecido. El sabio le dijo:

-Esto no puede seguir así. Otra vez vienes a verme sin ira. Corre más rápido. Trata de subir más deprisa.

Cuando la cólera volvió a hacer presa del hombre de nuevo, salió en estampida hacia la cima de la colina para mostrársela al sabio. Al llegar, tras una penosa y extenuante ascensión, oyó que el sabio le decía:

-A ver, ¿dónde está la ira?

Ya no sentía ira. Esta operación se repitió varias veces. Por fin un día, el sabio le dijo:

-Creo que me has engañado. Si la ira formara parte de ti, podrías enseñármela. Has venido una docena de veces y nunca has sido capaz de mostrarme la ira. Te atrapa en cualquier momento y con cualquier motivo y luego te abandona. No vuelvas a dejar que la ola de ira te envuelva. La ira no te pertenece.

El hombre no se dejó atrapar nunca más por la ira y así recobró la paz interior.


18/8/16

El rey y las mil sillas vacías,



Un viajero pidió asilo en un lejano reino. La cámara real tenía mil sillas vacías alrededor del trono.

- Siéntate en la silla adecuada y dejaré que permanezcas en mi reino -, le dijo el monarca mientras se levantaba de su trono y abandonaba la estancia.

Cuando el rey entró de nuevo en la sala, observó que el joven viajero se había sentado en el trono.

- Excelente, chico -, dijo riendo alegremente. – Puedes quedarte.



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Me llama la atención esta pequeña y breve historia. Siempre surge la pregunta, ¿Qué silla ocuparía yo? Probablemente hubiera escogida otra que considerara mucho más acorde, no a mis expectativas, sino a las del Rey.

Puede ocurrir también que creamos que nos merecemos lo mejor y por no dar la nota o que nos releguen a un segundo puesto escojamos lo que no nos merezcamos o deseemos.

¿Por qué no escoger, como el viajero, lo que realmente queremos, deseamos y con lo que nos sentimos identificados?

Las limitaciones están siempre en nuestra mente.




La confianza




Había una vez un rey, que veía como que se acercaba el día de su muerte y su reino seria traspasado a su hijo.

El rey hacía tiempo que intentaba transmitirle una importante lección, ésta había sido clave en los momentos más difíciles, permitiéndole reinar con firmeza y conseguir la paz y la armonía del reino. Pero por alguna razón el joven príncipe no acababa de entender lo que su padre le decía.

Sí, padre comprendo que para ti es muy importante el equilibrio, pero creo que es más importante la astucia y el poder.

Un día al rey se le ocurrió una idea para transmitirle esa lección a su hijo y convoco un concurso de pintura por todo su reino.

Convoco un concurso de pintura. Quiero que llegue a todos los rincones del reino, que se dará un gran premio a la mejor pintura que represente la serenidad y el equilibrio, dijo en su corte.

Debéis acoger todas las obras que lleguen, por extrañas o feas que os parezcan, les dijo a los encargados de recoger las obras.

Acudieron maravillosas obras de todos los lugares del reino, había obras bellísimas que mostraban mares en calma, cielos azules, paisajes tranquilos y serenos que transmitían calma y paz.

Llegó el día en que el rey tenía que proclamar el vencedor y acompañado de su hijos y grupo de nobles, se dirigió al salón donde estaban expuestos. A medida que el rey iba mirando las obras su decepción se reflejaba en el rostro.

Majestad, ¿es que no os satisface ninguna de estas obras?, pregunto un noble.

Sí, si son muy hermosas, de eso no cabe duda, pero hay algo que a todas les falta.

De pronto el rey se fijo en un cuadro que estaba en un rincón.

¿Qué ha ce ese cuadro apartado?

Majestad ese cuadro ha debido pintarlo un demente, siguiendo vuestras ordenes, lo aceptamos, pero evidentemente no refleja lo que vos pedíais.

El rey se acerco al cuadro, lo alzo, lo miro atentamente y dijo.

Este es el cuadro ganador.

Los nobles se miraron y le dijeron al rey:

Majestad, ¿Qué veis en ese cuadro para declararlo ganador? Es un cuadro pintado en tonos oscuros, con poca luz, el mar está revuelto por la tempestad y hay enormes olas que golpean con violencia las rocas del acantilado. El cielo está totalmente cubierto de nubarrones. No refleja serenidad y equilibrio como vos pedisteis. Dijo el príncipe.

Es que no lo habéis visto bien. Acercaros más y mirar con atención.

El joven príncipe y los nobles se acercaron y el rey les señalo entre las rocas un pequeño nido, allí había un pájaro recién nacido y su madre dándole de comer, totalmente ajenos a la tormenta que les rodeaba.

Esa es la lección que quiero que aprendas, le dijo al príncipe. La serenidad no surge de vivir en las circunstancias ideales, como en los otros cuadros. La serenidad es la capacidad de mantener centrada tu atención en aquello que es prioritario, en medio de la dificultad.



¿Y tú sabes cómo mantener tu atención, en los momentos de tempestad?

17/8/16

La Oruga




Cada día la pequeña Oruga miraba con encanto a las Mariposas, disfrutaba sus colores, su grandes alas y como revoloteaban por el jardín. Siempre decía a sus amigos que volaría como ellas, sin embargo, ellos se burlaban diciéndole que eso era imposible. Algunas veces, las palabras de sus amigos, la hacían sentirse triste; ella siempre tenía fe de que algún día seria mariposa.

Un día, la pequeña oruga se encontraba triste y se decía a sí misma: “nunca lograre volar”, entonces apareció una hormiguita que, al ver la cara de tristeza de la oruga, le pregunto: “¿qué te pasa pequeña oruga?”, la pequeña oruga le explicó el porqué de su tristeza, la hormiga le respondió: “la magia que habita en tu interior algún día te convertirá en lo que realmente deseas ser, simplemente desea con fuerza”.

Oruga sonrió; ahora si tenía la seguridad que algún día tendría alas y emprendería el vuelo como aquellas mariposas. Nunca más dudaría de lo que tanto anhelaba ser; si bien tenía el cuerpo de una oruga, su alma era de mariposa.

Pasado un tiempo, la oruga comenzó a tejer un nuevo traje; sus amigos como siempre se rieron de ella para luego descubrir que había desaparecido. Pasaron días y noches y Oruga no aparecía.

Al cabo de un tiempo y cuando ya habían perdido la esperanza de encontrarla, descubrieron que en el jardín había una bolsita extraña (capullo), se acercaron y grande fue su sorpresa cuando vieron salir de aquel saco a su amiga oruga, que ya no era una oruga, sino una hermosa mariposa con los más bellos y brillantes colores; Revoleteó con elegancia por aquel precioso jardín mostrando sus maravillosas alas, tal y como lo soñó.

A partir de ahí, todos los amigos de Oruga entendieron que el secreto estaba en la magia que posee cada uno en su interior, para ser lo que realmente sueña.


“Todos nacemos con un potencial infinito”
Somos seres maravillosos que podemos alcanzar en nuestra vida todo lo que nos propongamos, lo importante es creer en esa magia que tenemos en el interior y comenzar a tomar acción para alcanzar nuestros sueños. Todos poseemos habilidades extraordinarias que podemos desarrollar y mejorar. 

11/8/16

Mi lavadora arrinconada



Ayer mientras desempaquetaba aquella lavadora ,que en su tiempo fue una de las mejores, me vinieron a la cabeza una serie de pensamientos.Pero al final sobrevino una de aquellas preguntas poderosas que me hicieron ampliar mi perspectiva y tomar conciencia: ¿Tengo alguna lavadora en mi vida?

Muchas veces en la vida dejamos sueños, proyectos, talentos u objetivos (nuestras lavadoras) guardadas en un rincón esperando el momento propicio para ser estrenadas o utilizadas. La vida transcurre hoy y es ahora cuando tenemos el poder necesario para traducir estas “lavadoras” en acción; sin excusas, sin temores, sin mas postergación y con la fe puesta en que lo lograremos.

A veces esperando las condiciones “correctas” se nos pasa una vida privándonos de vivir la vida que realmente deseamos. ¿Cuantos de tus sueños dejaste atrás? ¿Cuantos objetivos sin cumplir? ¿Cuanto tiempo mas vas a dejar que pase sin desarrollar ese talento? ¿Cual es el precio que has pagado por esas “lavadoras” ? .Si hay algo que en este momento que no te satisface, es tiempo de desempolvar las “lavadoras” , de actuar hoy y ahora.

10/8/16

Metáfora del autobus



Imagínese que usted es el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y con una apariencia peligrosa.
Mientras usted conduce el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarle diciendole lo que tiene que hacer, dónde tiene que ir, ahora gire a la derecha, ahora vaya más rápido, etc., incluso le insultan y desaniman, eres un mal conductor, un fracasado, nadie te quiere… Usted se siente muy mal y hace casi todo lo que le piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así le dejen conducir tranquilo.
Pero algunos días se cansa de sus amenazas, y quiere echarlos del autobús, pero no puede y discute y se enfrenta con ellos. Sin darse cuenta, la primera cosa que ha hecho es parar, ha dejado de conducir y ahora no está yendo a ninguna parte. Y además los pasajeros son muy fuertes, resisten y usted no puede bajarlos del autobús. Así que resignado vuelve a su asiento y conduce por donde ellos mandan para aplacarlos.
De esta forma, para que no le molesten y no sentirse mal usted empieza a hacer todo lo que le dicen y a dirigir el autobús por dónde le dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos. Usted hace lo que le ordenan y cada vez lo hace antes, pensando en sacarlos de su vida. Muy pronto, casi sin darse cuenta, ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que usted girará a la izquierda para evitar que los pasajeros se echen sobre usted y le amenacen.
Así, sin tardar mucho, empezará a justificar sus decisiones de modo que casi cree que ellos no están ya en el autobús y convenciéndose de que está llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de estos pasajeros se basa en amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires, y te sentirás mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer mucho daño, y por eso usted acepta el trato y hace lo que le dicen para que le dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les pueda ver.
¡Intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad ha perdido la dirección del autobús¡ Ellos no giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. El conductor es usted.